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viernes, 31 de agosto de 2012
jueves, 30 de agosto de 2012
miércoles, 29 de agosto de 2012
martes, 28 de agosto de 2012
CARLOS NAPOLEON DEL CARPIO: LA LEY DE CAUSAS Y EFECTOS
La Ley de
Causas y Efectos
O Karma
Parte Nº 1
Cortesía:
R:.H:. Carlos Napoleón del Carpio Palacios
HH:. En esta
oportunidad os presento un tema que considero sumamente importante de estudiar
y aplicar en nuestra vida cotidiana, debido que esta relacionado íntimamente
con el Lid:. Nº XX; así como para preparar nuestro camino hacia un futuro más
agradable si es que el término lo permite: “Lo que hoy haces eso será tu
futuro…” Causa – Efecto.
Los
siguientes Ttra:. En referencia al tema tiene los siguientes aspectos a tratar:
La Ley de
Causa y Efecto:
·
El Karma.
·
La Conexión Importante.
·
El Bien más grande.
·
Cómo podemos servir
verdaderamente en este plano.
Consideraciones sobre la reencarnación
como parte del Lin:. Nº XX y el Karma o Ley de Causa y Efecto:
·
¿Condenó la iglesia la
doctrina de la reencarnación
·
El Karma.
·
Objetivos Básicos del
Karma.
·
Interpretación de los
ajustes Kármicos.
·
Consideraciones de Edgar
Cayce.
·
El Equilibrio y la Ley del
Karma.
·
Las Leyes del Entorno de la
Ley de Causas y Efectos.
·
Algunos aspectos Kármicos
del sexo.
·
La Ley de Causas y Efectos
– Planos en los que operan y sus efectos.
·
Probables consecuencias.
·
Reflexiones.
·
Manifestaciones del Karma.
·
Conclusiones.
Por ser un
tema extenso me he permitido desarrollarlo en capítulos los mismos que os hare
llegar oportunamente.
Karma
Los estudiantes de los
grados de misticismo de nuestra Augusta Orden, deben reconocer (o pensar en reconocer) que todas la personas
son responsables de crear sus propias condiciones; recordemos, que los
pensamientos son vibraciones creadoras; en otras palabras, cada persona crea
directamente su propia situación, en base a sus acciones anteriores –
correspondan ésta al curso de esta vida o a una encarnación pasada –
Conscientes de esto, podemos refutar contundentemente la excusa que a menudo
dan las “víctimas de la sociedad”, porque sabemos que en algún momento ellas
mismas hicieron una elección que dio como resultado la situación en la cual se
encuentran (debemos ser respetuosos de esta Ley, Ojo por ojo y diente por
diente). A las personas que tienen un sentido bien desarrollado de lo que es el
conocimiento y la sabiduría, les es evidente que algunas veces la gente hace
elecciones desafortunadas, elecciones que no estén basadas en una decisión
responsable e inteligente, sino que son el resultado de la ignorancia o de un
acto ignorante. En otras palabras, la
persona pudo no haberse dado cuenta de las consecuencias que podría acarrear el
acto, cuyo resultado tal vez ya se manifestó en una situación desagradable o
que puede manifestarse en el futuro.
El término
empleado para describir esta secuencia de actos causales y sus efectos
resultantes es “Karma”, ¿Con cuanta frecuencia se escucha o utiliza la frase
“esa persona esta en problemas por que tiene un karma malo” o “consiguió algo
bueno por que tiene algunos puntos a su favor de karma bueno”? Cuando hacemos o
escuchamos tales declaraciones, ¿qué estamos haciendo en realidad? ¿Decimos o
pensamos tales cosas con pleno conocimiento y sabiduría? O ¿estamos creando
nosotros mismos un acto ignorante que más tarde podría afectarnos.
El Karma
significa muchas cosas; es una respuesta en sí mismo. Es una respuesta que abre
las puertas que, con un poco de esfuerzo de nuestra parte, explicará una
completa y nueva dimensión de conocimiento.
Pero, debido
a que abre puertas, es también una pregunta. Y, aquellas personas que no buscan
frases simples o ligeras para explicar circunstancias, no ven el karma como un
fin, sino como un medio – un instrumento que puede ser utilizado para encontrar
soluciones, entonces, ¿Qué es el Karma??? ¿Podemos pensar correctamente que el
karma puede ser bueno o malo? ¿Qué puede decirse de aquellas personas que
restan importancia a una explicación, arguyendo que ocurrió tal o cual cosa
debido a un Karma malo? ¿Benefician realmente tales respuestas a la humanidad?
Las personas
que emplean con ligereza en sus conversaciones el término Karma, pretenden
demostrar cierto grado de conocimiento que es esencial para comprender lo que
significa en realidad el verdadero servicio. Conocer el término implica
necesariamente que se conoce el concepto – e incluso que se acepta su doctrina.
Pero si lo que conocemos acerca del Karma se detiene es este punto, entonces no
conocemos casi nada. Es aquí que cabe preguntar si tales personas pueden ayudar
en verdad a los demás, o simplemente piensan que pueden hacerlo.
Una
Conexión Importante
A las
personas que no son conscientes y no hacen una conexión importante entre sus
circunstancias presentes y sus acciones pasadas, les es muy fácil vivir sin
mostrar realmente preocupación por las cuestiones relacionadas con el bienestar
de los demás. Sin embargo, cuando se
comprende que las circunstancias presentes están relacionadas con las acciones
pasadas, descubrimos una mayor complejidad de condiciones variables que deben
ser sobrepesadas y consideradas en forma responsable, antes de poder realizar
un verdadero servicio. En otras palabras, a menos que apliquemos nuestro
conocimiento con esmerada responsabilidad, corremos el riesgo de hacer más daño
que bien. Entonces, es evidente que a fin que nuestras acciones produzcan
efectos más amplios y duraderos, debemos utilizar tanto el conocimiento como la
sabiduría. Las personas que actúan con
ignorancia quizás sólo se afecten a sí mismas, pero las personas inteligentes
que actúan sin sabiduría causan un efecto mucho más amplio que puede afectar
adversamente no sólo a ellas, sino también a otros.
El Bien Más
Grande
¿Cuál es mi
punto de vista sobre el Karma en este respecto??? Vamos a interpretarlo de tres
maneras diferentes. Primero, pensemos que el Karma es un atributo positivo que
podemos usar en servicio de otros. Dentro de esta definición encontramos gente
que piensa y actúa con muchos motivos altruistas, esto es, gente que se dedica
al bienestar de aquellos que les rodean. Estas personas desean fomentar el bien
más grande para el mayor número posible de personas. Ellas podrían dedicarse a
distribuir alimentos entre las masas hambrientas de todo el mundo y, al
hacerlo, demuestran que en el mundo hay gente que se preocupa realmente por los
demás. Podríamos decir quizás que esas
personas dedicadas a ayudar a otros están creándose un Karma positivo.
En segundo
lugar, consideremos al Karma desde un punto de vista negativo, como podría
suceder con gente que actúa por motivos puramente egoístas. Un ejemplo sería las personas que tratan de
desacreditar a otras para atribuirse méritos a sí mismas. Finalmente,
consideremos también al Karma desde un punto de vista neutral; que no es ni
negativo ni positivo; ni bueno ni malo.
El primer
ejemplo, pienso que todos estaremos de acuerdo en que dar alimento a la gente
hambrienta no solo es un acto noble, sino vitalmente importante. No obstante,
aquí se esconde un principio esencial. Supongamos que las personas que donan
alimentos lo hacen porque este acto las hacen sentirse bien, o simplemente aben
que existe gente hambrienta, y entonces el hecho de dar es precisamente eso: un
acto que se realiza sin siquiera pensarlo. ¿Qué ocurriría si lo que esas
personas humanitarias estuvieran haciendo en realidad es ayudar a fomentar las
debilidades de otros, actuando de tal manera que las personas que reciben sus
favores no se ayuden a sí mismas? Entonces, ¿Seguiría siendo este acto
altruista y positivo, o se convertiría en egoísta y negativo, sea en forma
consciente porque el que da se siente culpable y desea eliminar el
remordimiento, o inconsciente porque la ignorancia no le permite comprender la
verdadera situación que puede no ser clara si no se aplica el conocimiento y la
comprensión?
Podemos ver
que nuestro ejemplo del Karma positivo, altruista se transforma en nuestro
segundo ejemplo – el del egoísmo y la negatividad de dar sólo por eliminar el
remordimiento. Aun la persona que actúa por ignorancia inconscientemente, tiene
un problema a pesar de su noble propósito. Por ejemplo, consideremos una
situación que muy probablemente nos ha sucedido a todos en determinado momento.
¿Recuerdan la última vez que los detuvo en la calle una persona que, por su
apariencia, quizás consideraron era un vagabundo? Probablemente esa persona les
solicitó dinero diciéndoles que necesitaba comprar alimentos, pero ustedes
tuvieron la impresión de lo que en realidad deseaba era comprar licor.
Estuvieron en una situación en la cual se les pedía ayuda. ¿Qué hicieron y Que
sintieron?
¿Debían
ignorar a esa persona? Sintieron tentación de darle dinero solo para hacer de
ella y aliviar cualquier incomodidad que podrían haber sentido? ¿Se rehusaron a
ayudarla pensando que probablemente malgastaría el dinero y que en realidad no
tenían por que ayudarla a mantenerse en el vicio? ¿Pensaron quizás en forma
errónea que si la ayudaban podrían cargar son su Karma? O ¿le dieron el dinero
pensando en que lo que hicieron con él era su problema? Y, finalmente ¿le
dieron el dinero o le negaron la ayuda debido al sentimiento sincero y genuino
de compasión por la otra persona? Sólo ustedes saben lo que sintieron en
realidad.
Continúa
Karma 2…..
lunes, 27 de agosto de 2012
RENE GUENON: SOBRE KABALA Y JUDAISMO
Libro
Sobre Kábala y
Judaísmo
Autor: René Guenon
Cortesía
R:.H:. Carlos Napoleón del Carpio Palacios
Parte 1
Algunas Observaciones Sobre
El Nombre Adam
En
nuestro estudio sobre el “lugar de la tradición atlante en el Manvantara”,
dijimos que el significado literal del nombre Adam (Adán) es “rojo”, y que en
ello cabe ver uno de los indicios de la conexión de la tradición hebraica con
la tradición atlante, que fue la de la raza roja. Por otra parte, nuestro
colega Argos, en su interesante crónica sobre “la sangre y algunos de sus
misterios”, examina para el mismo nombre Adam una derivación que puede parecer
diferente: tras haber recordado la interpretación habitual según la cual significaría
“sacado de la tierra” (adamah), se pregunta si no vendrá más bien de la palabra
dam “sangre”; pero la diferencia es poco menos que aparente, pues todas estas
palabras, en realidad, no tienen sino una sola y misma raíz.
Conviene
advertir de entrada que, desde el punto de vista lingüístico, la etimología
vulgar,
que viene a hacer derivar Adam de adamah, que se traduce por “tierra”, es imposible;
la derivación inversa sería más plausible; pero, de hecho, los dos substantivos
provienen ambos de una misma raíz verbal adam, que significa “ser rojo”. Adamah
no es, al menos originalmente, la tierra en general (erets), ni el elemento
tierra (iabashah palabra cuyo sentido primero indica la “sequedad” como
cualidad característica de este elemento); es propiamente “arcilla roja”, que,
por sus propiedades plásticas, es particularmente apta para representar cierta
potencialidad, una capacidad de recibir formas; y el trabajo del alfarero se ha
tomado a menudo como símbolo de la producción de los seres manifestados a
partir de la substancia primordial indiferenciada. Por el mismo motivo, la
“tierra roja” parece tener una importancia especial en el simbolismo hermético,
en el que puede tomarse por una de las figuras de la “materia primera”, pese a
que, si se la tomase en sentido literal, no podría desempeñar este papel más
que de una manera muy relativa, puesto que ya está dotada de propiedades
definidas. Agreguemos que el parentesco entre una designación de la tierra y el
nombre Adam, tomado como tipo de la humanidad, se encuentra bajo otra forma en
la lengua latina, en la que la palabra humus “tierra”, también es singularmente
próxima a homo y humanus. Por otra parte, si se refiere más especialmente este
mismo nombre, Adam, a la tradición de la raza roja, ésta está en
correspondencia con la tierra entre los elementos, como con el Occidente entre los
puntos cardinales, y esta última concordancia también viene a justificar lo que
habíamos dicho anteriormente.
En
cuanto a la palabra dam, “sangre” (común al hebreo y el árabe), también se deriva
de la misma raíz adam1: la sangre es propiamente el líquido rojo, lo que, en
efecto, es su carácter más inmediatamente aparente. El parentesco entre esta
designación de la sangre y el nombre Adam, es, pues, indiscutible y de por sí se
explica por la derivación de una raíz común; pero esta derivación aparece como
directa para ambos, y, a partir de la raíz verbal adam, no es posible pasar por
el intermedio de dam para llegar al nombre Adam. Cabría, bien es verdad,
enfocar las cosas de otro modo, menos estrictamente lingüístico, y decir que si
el hombre es llamado “rojo” es a causa de su sangre; pero una explicación tal
es poco satisfactoria porque el hecho de tener sangre no es propio del hombre,
sino que es común con las especies animales, de manera que no puede servir para
caracterizarlo realmente. De hecho, el color rojo, en el simbolismo hermético,
es el
del
reino animal, como el verde lo es del reino vegetal, y el blanco el del reino
mineral2; y esto, en lo que concierne al color rojo, puede relacionarse
precisamente con la sangre considerada como centro, o más bien soporte, de la
vitalidad animal propiamente dicha.
Por
otro lado, si volvemos a la relación más particular del nombre Adam con la raza
roja, ésta, a pesar de su color, no parece poder ponerse en relación con un
predominio de la sangre en la constitución orgánica, pues el temperamento
sanguíneo corresponde al fuego entre los elementos, y no a la tierra; y es la
raza negra la que está en correspondencia con el elemento fuego, así como con
el Sur entre los puntos cardinales.
Señalemos
además, entre los derivados de la raíz adam, el nombre edom, que significa
“rubio” y que, además, no difiere del nombre Adam sino por los puntos vocales;
en El aleph inicial, que existe en la raíz, desaparece en el derivado, lo cual
es un hecho excepcional; este aleph no constituye en modo alguno un prefijo con
significado independiente como pretende Latouche, cuyas concepciones
lingüísticas demasiado a menudo son imaginarias. La Biblia, Edom es un
sobrenombre de Esaú, de donde el nombre de Edomitas dado a sus descendientes, y
el de Idumea al país que habitaban (y que, en hebreo, también es Edom, pero en
femenino). Esto nos recuerda a los “siete reyes de Edom” de que se trata en el
Zohar, y la estrecha semejanza de Edom con Adam puede ser uno de los motivos por
los que ese nombre se toma aquí para designar las humanidades desaparecidas,
esto es, las de los precedentes Manvantaras3. También se ve la relación que
este último presenta con la cuestión de lo que se ha dado en llamar los
“preadamitas”: si se toma a Adán como origen de la raza roja y su tradición
particular, puede tratarse simplemente de las otras razas que precedieron a
aquella en el curso del ciclo humano actual; si, en un sentido más extenso, se
lo toma como prototipo de toda la presente humanidad, se tratará de esas
humanidades anteriores a las que precisamente aluden los “siete reyes de Edom”.
En todos los casos, las discusiones que ha originado esta cuestión parecen bastante
vanas, pues no tendría que haber ninguna dificultad en ello; de hecho, no la
hay en la tradición islámica al menos, en la que hay un hadith (dicho del
Profeta) que dice que “antes del Adán que conocemos, creó Dios cien mil Adanes”
(es decir, un número indeterminado), lo cual es una afirmación tan clara como
es posible de la multiplicidad de los períodos cíclicos y las humanidades
correspondientes. Ya que hemos aludido a la sangre como soporte de la
vitalidad, recordaremos que, como hemos tenido ya ocasión de explicar en una de
nuestras obras4, la sangre constituye efectivamente uno de los lazos del
organismo corporal con el estado sutil del ser viviente, que es propiamente el
“alma” (nefesh haiah del Génesis), es decir, en el sentido etimológico (anima),
el principio animador o vivificador del ser. Ese estado sutil es llamado
Taijasa por la tradición hindú, por analogía con têjas o el elemento ígneo; y,
así como el fuego, en cuanto a sus cualidades propias, se polariza en luz y
calor, ese estado sutil está ligado al estado corporal de dos maneras distintas
y complementarias, por la sangre en cuanto a la cualidad calórica, y por el
sistema nervioso en cuanto a la cualidad luminosa. De hecho, incluso desde el
simple punto de vista fisiológico, la sangre es el vehículo del calor animador;
y esto explica la correspondencia, que más arriba hemos indicado, del
temperamento sanguíneo con el elemento fuego. Por otra parte, puede decirse
que, en el fuego, la luz representa el aspecto superior, y el calor el aspecto
inferior: la tradición islámica enseña que los ángeles fueron creados del
“fuego divino” (o de la “luz divina”), y que los que se rebelaron siguiendo a
Iblis, perdieron la luminosidad de su naturaleza para no conservar de ella más
que un calor oscuro5. Como consecuencia, se puede decir que la sangre está en
relación directa con el lado inferior del estado sutil; y de ahí viene la
prohibición de la sangre como alimento, pues su absorción implica la de lo que
de más grosero hay en la vitalidad animal, y que asimilándose y mezclándose íntimamente
con los elementos psíquicos del hombre, puede traer efectivamente consecuencias
bastante graves. De ahí también el empleo frecuente de la sangre en las prácticas
de magia, y también de brujería (por cuanto atrae a las entidades “infernales”'
por conformidad de naturaleza); pero, por otro lado, esto es susceptible
también, en ciertas condiciones, de una transposición en un orden superior, de
donde los ritos, religiosos o incluso iniciáticos (como el “taurobolio”
mitríaco) que implican sacrificios animales; como a este respecto se ha aludido
al sacrificio de Abel opuesto al de Caín, no sangriento, quizá volvamos sobre
este último punto en una próxima ocasión. Esto aparece indicado en la relación
que existe en árabe entre las palabras nûr, “luz”, y nâr, “fuego” (en el
sentido de calor).
El Corazón Del
Mundo En La Kábala Hebrea
Hemos
hecho alusión precedentemente (febrero de 1926, p. 220) a la función que en la
tradición hebrea, tanto como en todas las otras tradiciones, desempeña el
simbolismo del corazón, que, aquí como en las restantes, representa
esencialmente el “Centro del Mundo”. Aquello de lo que queremos hablar es de lo
que se denomina la Kábala, palabra que, en hebreo, no significa otra cosa que
“tradición”, la doctrina transmitida oralmente durante largos siglos antes de
ser fijada en textos escritos; en ella, en efecto, es donde podemos encontrar
datos interesantes sobre la cuestión de que se trata.
En
el Sepher Yetsiráh, se habla del “Santo Palacio” o “Palacio Interior”, que es
el
Centro
del Mundo: está en el centro de las seis direcciones del espacio (lo alto, lo
bajo y los cuatro puntos cardinales) que, con el centro mismo, forman el
septenario. Las tres letras del nombre
divino Jehová formado de cuatro letras, iod, hé, vau, hé, pero entre las cuales
no hay más que tres que sean distintas, estando la hé repetida dos veces), por
su séxtuple permutación siguiendo esas seis direcciones, indican la inmanencia
de Dios en el seno del Mundo, es decir, la manifestación del Verbo creador en
el centro de todas las cosas, en el punto primordial del cual las extensiones indefinidas
no son más que la expansión o el desarrollo: “Él formó del Tohu (vacío) algo e
hizo de lo que no existía algo que sí existe. Talló grandes columnas del éter
inaprehensible1. Él reflexionó, y la Palabra (Memra) produjo todo objeto y
todas las cosas por su Nombre uno” (Sepher Yetzirah, IV, 5). Publicado
originalmente en Regnabit, julio-agosto de 1926. No retomado en ninguna otra
recopilación póstuma.
1 Se
trata de las “columnas” del Árbol sefirótico: columna del medio, columna de la
derecha y columna de la izquierda (véanse nuestros artículos de diciembre de
1925, p. 292).
René Guenon
Sobre Kábala y
Judaísmo
Antes
de ir más lejos, señalaremos que, en las doctrinas orientales, y en particular
en la doctrina hindú, se trata también frecuentemente de las siete regiones del
espacio, que son los cuatro puntos cardinales, más el cenit y el nadir, y en
fin, el centro mismo. Se puede observar que la representación de las seis
direcciones, opuestas dos a dos a partir del centro, forma una cruz de tres
dimensiones, tres diámetros rectangulares de una esfera indefinida. Se puede
notar además, a título de concordancia, la alusión que hace San Pablo al simbolismo
de las direcciones o de las dimensiones del espacio, cuando habla de la
“amplitud, la longitud, la altura y la profundidad del misterio del amor de Jesús-Cristo”
(Efesios, III, 18); pero, aquí, no hay más que cuatro términos enunciados distintamente
en lugar de seis, porque la amplitud y la longitud corresponden respectivamente
a los dos diámetros horizontales tomados en su totalidad, mientras que la
altura y la profundidad corresponden a las dos mitades superior e inferior del
diámetro vertical.
Por
otra parte, en su importante obra sobre la Kábala Judía2, Paul Vulliaud, a
propósito de los pasajes del Sepher Yetzirah que acabamos de citar, añade esto:
“Clemente de Alejandría dice que de Dios, Corazón del Universo, parten las
extensiones infinitas que se dirigen, una hacia lo alto, la otra hacia abajo,
ésta a la derecha, aquella a la izquierda, una adelante y la otra hacia atrás.
Dirigiendo su mirada hacia esas seis extensiones como hacia un número siempre
igual, él acabó el mundo; es el comienzo y el fin (el alfa y el omega), en él
se acaban las seis fases infinitas del tiempo, y es de él de donde reciben su
extensión hacia el infinito; tal es el secreto del número 7”3. Hemos tenido que
reproducir textualmente esta cita, de la que lamentamos que su referencia
exacta no sea indicada; la palabra “infinito” que aparece tres veces, es
impropia y debería ser reemplazada por “indefinido”: Sólo Dios es infinito, el
espacio y el tiempo no pueden ser más que indefinidos. La analogía, por no
decir la identidad, con la doctrina Cabalística, es de las más notables; y hay
ahí, como se verá luego, materia para otras comparaciones que son más
sorprendentes todavía.
2
vol. In 8º, París, 1923. –Esta obra contiene gran número de informaciones
interesantes, y utiliza remos aquí algunas; se le puede reprochar el dar
demasiado espacio a discusiones cuya importancia es muy secundaria, no ir lo
bastante al fondo de la doctrina, y de cierta falta de orden en la exposición;
no es menos cierto que se trata de un trabajo hecho muy seriamente y muy
diferente en eso de la mayor parte de los otros libros que han sido escritos
por los modernos al respecto.
Continúa….
sábado, 25 de agosto de 2012
viernes, 24 de agosto de 2012
jueves, 23 de agosto de 2012
HERBERT ORE: HIRAM ABIF GUARDO LA PALABRA
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autor y escritor peruano,
FENIX 137-1,
GRAN LOGIA CONSTITUCIONAL,
HERBERT ORE,
LIBRO MASONICO,
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MASONERIA,
masoneria peruana
miércoles, 22 de agosto de 2012
LA MASONERIA, EL NUMERO DE ORO Y EL TRIANGULO DORADO
Escribe: Herbert Oré Belsuzarri.
Da Vinci hizo las ilustraciones para una disertación publicada por Luca Pacioli en 1509 titulada De Divina Proportione, quizás la referencia más temprana en la literatura a otro de sus nombres, el de "Divina Proporción". Este libro contiene los dibujos hechos por Leonardo da Vinci de los cinco sólidos platónicos. Es probable que fuera Leonardo quien diera por primera vez el nombre de sectio áurea. En 1525, Alberto Durero publica Instrucción sobre la medida con regla y compás de figuras planas y sólidas donde describe cómo trazar con regla y compás la espiral basada en la sección áurea, que se conoce como “espiral de Durero”.
Leonardo da Vinci, en su cuadro de la Gioconda (o Mona Lisa) utilizó
rectángulos áureos para plasmar el rostro de Mona Lisa. Se pueden localizar
muchos detalles de su rostro, empezando porque el mismo rostro se encuadra en
un rectángulo áureo.
El
“Fi”, también conocido como el número de oro, es uno de los conceptos
matemáticos que aparece una y otra vez ligados a la naturaleza y el arte,
compitiendo con “Pi” en popularidad y aplicaciones.
El número áureo o la
proporción áurea se estudiaron desde la antigüedad, ya que aparece regularmente
en geometría. Se conoce ya de su existencia en los pentágonos regulares y
pentáculos de las tabletas sumerias de alrededor del 3200 a. C.
En la antigua Grecia se
utilizó para establecer las proporciones de los templos, tanto en su planta
como en sus fachadas. Por aquel entonces no recibía ningún nombre especial, ya
que era algo tan familiar entre los antiguos griegos que "la división de
un segmento en media extrema y razón" era conocida generalmente como
"la sección". En el Partenón, Fidias también lo aplicó en la
composición de las esculturas. (la denominación Fi, por ser la primera letra de
su nombre, la efectuó en 1900 el matemático Mark Barr en su honor).
Platón, consideró la
sección áurea como la mejor de todas las relaciones matemáticas y la llave a la
física del cosmos.
La sección áurea se usó
mucho en el Renacimiento, particularmente en las artes plásticas y la
arquitectura. Se consideraba la proporción perfecta entre los lados de un
rectángulo.
Da Vinci hizo las ilustraciones para una disertación publicada por Luca Pacioli en 1509 titulada De Divina Proportione, quizás la referencia más temprana en la literatura a otro de sus nombres, el de "Divina Proporción". Este libro contiene los dibujos hechos por Leonardo da Vinci de los cinco sólidos platónicos. Es probable que fuera Leonardo quien diera por primera vez el nombre de sectio áurea. En 1525, Alberto Durero publica Instrucción sobre la medida con regla y compás de figuras planas y sólidas donde describe cómo trazar con regla y compás la espiral basada en la sección áurea, que se conoce como “espiral de Durero”.
Los artistas de
Renacimiento utilizaron la sección áurea tanto en pintura, escultura como
arquitectura para lograr el equilibrio y la belleza. Leonardo da Vinci, por
ejemplo, la utilizó para definir todas las proporciones fundamentales en su
pintura La última cena, desde las dimensiones de la mesa, hasta la disposición
de Cristo y los discípulos sentados, así como las proporciones de las paredes y
ventanas al fondo.
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martes, 21 de agosto de 2012
lunes, 20 de agosto de 2012
domingo, 19 de agosto de 2012
sábado, 18 de agosto de 2012
viernes, 17 de agosto de 2012
jueves, 16 de agosto de 2012
miércoles, 15 de agosto de 2012
martes, 14 de agosto de 2012
lunes, 13 de agosto de 2012
domingo, 12 de agosto de 2012
sábado, 11 de agosto de 2012
viernes, 10 de agosto de 2012
jueves, 9 de agosto de 2012
miércoles, 8 de agosto de 2012
martes, 7 de agosto de 2012
lunes, 6 de agosto de 2012
domingo, 5 de agosto de 2012
sábado, 4 de agosto de 2012
viernes, 3 de agosto de 2012
jueves, 2 de agosto de 2012
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