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viernes, 15 de diciembre de 2017

MASONERIA: SU ORIGEN Y DESARROLLO ACTUAL




A donde se vaya, luego que nuestro interlocutor se entera que uno es masón, surgen diversas interrogantes, y una de ellas es, donde se originó la masonería, habida cuenta que los albañiles, picapedreros y constructores han dejado obras magistrales en todo el mundo, que testimonian la planificación, orientación, conducción, la capacidad de organizar y especializar a los constructores. Porque no basta que existan buenos planos, se requiere de una depurada técnica constructiva y artística, de una gran capacidad de producción de alimentos y un complejo sistema logístico, como ocurre hasta hoy.

Todo esto no es producto de ninguna casualidad, como no es casualidad la construcción del zigurat en Sumeria (Irak), pirámides en Egipto, pirámides en Caral (Perú), en China, en la India o en Centro América. Detrás de cada una de esas construcciones, existe una larga historia, donde el constructor se transforma, en un emisario en el tiempo, que plasma todo el saber de su época, su ciencia, costumbre, mitos, religión, esoterismo y otros, en las construcciones.

En Sumeria y Egipto se encontró la escritura cuneiforme y jeroglífica. En el Perú aún se debate si existió escritura que data de esa época, pero todos ellos construyeron pirámides, así como otras civilizaciones posteriores.

Algunos dicen que el hombre y su sabiduría vienen de dios, otros afirman que es producto de la evolución. También se dice que el hombre es producto del manejo genético de seres llegados de otros planetas, que mejoraron el conocimiento del hombre, pero, ninguno deja de reconocer que el hombre es constructor desde época inmemorial y que muchos de sus secretos se perdieron en la noche del tiempo, o que fueron guardados celosamente en las escuelas iniciáticas.

Algunas variantes de las diversas propuestas no descarta la mítica Atlántida: Los egipcios, a un lado del océano, y los mayas e incas al otro, son los últimos supervivientes de la raza atlante, que vivía antaño en un continente inmenso en medio del océano Atlántico. Una tesis audaz, pero que se apoya en gran número de pruebas arqueológicas, artísticas, rituales e, incluso, según algunos: iniciáticas.

En la antigüedad los Misterios o Altos Secretos representaban la sabiduría y la ciencia de aquel tiempo. Los Templos eran el recinto de las escuelas iniciáticas, donde impartían enseñanzas luego de un procedimiento que denominamos Iniciación. La enseñanza de la sabiduría era paralela al culto de las Divinidades para los iniciados. Para el pueblo, el templo era el lugar donde se realizaba ceremonias místicas en honor a las divinidades; se acostumbró a la población, a respetar el recinto de los templos y a la clase sacerdotal.

La Iniciación por entonces, no era otra cosa que la captación de individuos escogidos para desempeñar cargos sacerdotales, magos o astrólogos, a quienes sometían gradualmente a pruebas de resistencia física, a pruebas de valor y capacidad intelectual, enseñándoles, a la vez, los conocimientos científicos de entonces y promoviendo en el iniciado el interés por la investigación de lo desconocido.

Los Sacerdotes, o sabios, fueron los profesores de las escuelas de misterios. %u201CTransmitían%u201D o %u201Cconfiaban%u201D los %u201Csecretos%u201D de la sabiduría a los escogidos, que eran seleccionados por su habilidad y capacidad para comprenderlos.

Los idiomas primitivos se componían de pocas palabras, las expresiones carecían de exactitud y precisión que demanda la ciencia; los profesores dentro de estas limitaciones, enseñaban por medio de instrumentos, símbolos, alegorías, cuñas, jeroglífos, figuras, etc.

La sabiduría, entonces era el estudio de lo misterioso y de lo divino, que influenciaba bien o mal la vida humana; estudiaron a los astros y sus agrupaciones, los planetas y los movimientos de éstos (la astrología y los signos zodiacales), los elementos (aire, tierra, agua y fuego), los fenómenos físicos y su influencia en la vida, etc., todo ello gradualmente, se convirtieron en las ciencias naturales de hoy. La Astronomía, la Física, la Química, la Geometría y la Aritmética, cuyos orígenes estan los antiguos misterios o también llamadas escuelas iniciáticas.

Los sabios, impulsaban el deseo de penetrar más allá del límite de las ciencias naturales, a estudiosos e investigadores, a ambicionar el conocimiento o ciencia, a utilizar el método lógico deductivo en sus obras o estudios, así como aprovechar racionalmente el utilitarismo de estos conocimientos, considerados privilegios otorgados por los dioses. Todo ello dio origen a diversas y numerosas filosofías, más o menos científica, más o menos fantásticas, más o menos lógicas, más o menos utilitarias, según sus conocimientos, el carácter, el impulso o el interés del que filosofaba.

Para transmitir de generación en generación los misterios, o ciencia primitiva, los sabios de entonces, personificaban los fenómenos físicos, los astros, los planetas y sus movimientos, como los héroes de sus Cuentos Alegóricos y mitos, los simbolizaron en jeroglíficos, en construcciones arquitectónicas, en monumentos, en esculturas, en grabados, en pinturas, etc.

Como explicar de otro modo las similitudes, a veces sorprendentes, que pueden comprobarse entre las concepciones religiosas y astronómicas, la arquitectura y, en general, la civilización de los egipcios, los sumerios, los incas, los toltecas y los mayas.

Son testimonios de lo dicho, las ruinas arqueológicas piramidales en todo el mundo, esfinges, sepulcros, objetos y artefactos antiguos. La escrituras cuneiforme de los sumerios, la escritura de glifos de los egipcios y mayas, así como los tocapus incas.

El significado de los cuentos alegóricos y de los símbolos, se enseñaban a los iniciados y éstos los transmitían a las nuevas generaciones. Esta forma de transmisión de los conocimientos se hacía con las Artes, Música, Gramática, Lógica, Retórica, etc.

Los antiguos sabios, eran a la vez: patriarcas, sacerdotes y gobernadores de sus pueblos, auxiliados por escribas e iniciados. Ellos crearon las leyes, la moral, las religiones, los cultos y las doctrinas, de acuerdo a las costumbres y necesidades de sus pueblos o como soporte a los intereses de las castas superiores.

El origen de las leyes antiguas (Código de Ur Nammu 2,050 a.C., el código de Eshnunna 1,930 a.C., Lipit %u2013 Ishtar de Isin 1,870 a.C., y Hammurabi 1,760 a.C. y Sanherib o Senaquerib 690 a.C.), está en las costumbres, en la vida familiar, basada en los instintos de defensa mutua, tanto de la naturaleza como de las familias vecinas, que con frecuencia se atacaban unas a otras. Con el crecimiento numérico de las familias, se generalizo sus costumbres y se convirtió en leyes de los pueblos que resultaban de la unión de aquellas. Estas leyes, tenían la forma de prescripciones morales, amoldada a los intereses de los pueblos. Las leyes más antiguas se dieron en china, pero los códigos escritos más antiguos que se hallaron son los de sumeria, babilonia y Egipto.

El Decálogo de Moisés es otro ejemplo, sirvió como ley al pueblo hebreo, y según la biblia, sabemos que fue educado en Egipto, donde fue considerado hijo de una princesa egipcia e iniciado en los misterios de esa civilización, que era la más depurada de aquel tiempo, tanto en las ciencias, como en los preceptos morales que regían como leyes.

A medida que los pueblos crecían, sus relaciones e intereses se entrelazaban con el intercambio comercial, social y científico. La gente emigraba por distintos motivos, llevando los conocimientos y su civilización a nuevos lugares que poblaban. Por esto los conocimientos y arte arquitectónico de los sumerios y de otros pueblos mesopotámicos, fueron conocidos por los tirios y transmitidos a los hebreos, que a su vez lo hicieron a griegos, romanos y a toda Europa en forma similar a lo que hicieron los egipcios.

La evidencia de que los tirios transmitieron sus conocimientos a los hebreos, se encuentra en la biblia, donde se narra la construcción del templo del Rey Salomón. Esta leyenda dice, entre otras cosas, que cuando el rey de los hebreos quiso construir un templo en honor de la divinidad adorada por su pueblo (Jehová), no encontró entre sus súbditos, gente apta suficiente en el arte de la construcción, y por tanto, tuvo que valerse de la amistad con Hiram I rey de Tiro, cuya cultura era más avanzada. Salomón solicitó a dicho rey, obreros especializados y materiales de construcción, el rey de Tiro accedió a la petición de Salomón, enviándole los obreros que construyeron con material apropiado, en lugar indicado por Salomón, un templo que simbolizaba artísticamente el Universo y revelaba las convicciones y la sabiduría de los tirios, que adoraban al Sol y tenían una civilización influenciada por los mesopotámicos y egipcios, considerados como la civilización universal de aquel tiempo.


El acucioso investigador masón Herbert Oré Belsuzarri, luego de varios años decidió escribir este libro que ya esta considerado como un "clásico actual" de la literatura masónica. El texto en lenguaje ameno y ágil permite adentrarse no solo en los aspectos históricos de interés masónico, sino que los engarza con la historia universal para hacer de ella una narrativa simplemente apasionante y actual.

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